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Amante de la fotografía, el cine y la música. Siempre que me pongo ropa blanca acabo ensuciándola. Algunas pavas me miran de arriba a abajo cuando voy andando por la calle, no me siento inferior por ello, al contrario... Me rayo más que un código de barras por cosas mínimas. No soy de relaciones serias, alomejor un día te quiero y al día siguiente no, pero te puedo asegurar desde ya, que no soy una guarra. Siempre me pillo por los tíos menos adecuados y suelo sufrir sin apenas motivos. Soy sensible, aunque tengo mis días y puedo ser más dura que una piedra. Suelo estar siempre sonriendo, pero tambien tengo mis días de "no te me acerques o te meto un tortazo, gilipollas". Detesto las etiquetas.

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20/11/11

Echo de menos mi infancia; Mi vida en Madrid. Cuando deseaba que se me cayeran los dientes para que viniera el Ratoncito Pérez. Las noches de Reyes Magos en las que no podía dormir de los nervios. Cuando una simple chuchería antes de entrar al colegio ya me hacia feliz, eso sí; acompañada del beso de despedida de mis padres. Recuerdo un día que no les dí un beso porque llegaba tarde y me eché a llorar, quizás me sentía un monstruo por irme corriendo y no despedirme. Jugar a las casitas en el recreo era lo más emocionante del día. Bueno, eso, y dormir la siesta en una cama que me parecía enorme. Bajarme a la piscina de la urbanización en verano; recuerdo muy bien que mis padres me preparaban un bocadillo y me dejaban quedarme hasta las 11 de la noche con mis amigos contando historias de miedo. Los días de invierno en los que lo único que deseaba era que nevara para poder hacer muñequitos de nieve con mis vecinos. El negocio que montamos mis primos y yo de hacer masajes a nuestros padres. 50 céntimos por masaje (con eso nos sobraba). En fin, esas pequeñas cosas que nos hacen decir: tuve una buena infancia.

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